El padre o familiares pueden estar junto a la madre y el recién nacido en todo momento.
En algunos casos, el padre no puede acompañar a la madre en el quirófano.
El uso de analgésicos se minimiza y se potencian las técnicas de respiración y manejo del dolor.
Se administran analgésicos a la madre.
No se realizan procedimientos invasivos ni quirúrgicos durante el parto.
Se realiza un procedimiento quirúrgico, cuya recuperación de las suturas externas puede durar de 8 a 10 días y las internas hasta un año.
El costo de un parto humanizado es más bajo que el de una cesárea.
Los costos son más altos.
Actualmente, nuestra nación atraviesa una situación alarmante, ya que ocupa los primeros lugares a nivel mundial en cesáreas (cuando la OMS recomienda que no se supere el 20% de los partos). La cesárea es quizás necesaria en algunos casos, pero solo en casos extremos. En las últimas décadas, esta práctica ha ido en aumento y, con ella, también han aumentado las tasas de mortalidad materna e infantil, ya que la forma en que se realiza el parto no es la correcta. Muchas mujeres son llevadas a creer que la cesárea es muy segura, cuando en realidad implica todos los riesgos comunes de una cirugía, así como complicaciones en los bebés al nacer, como problemas respiratorios.
El debate no solo gira en torno a la práctica de las cesáreas, sino también sobre la violencia de los servicios obstétricos, que llegan a transgredir los derechos de las mujeres para decidir sobre su bebé y su cuerpo. Esta violencia dentro de los hospitales públicos implica maltrato disfrazado de atención médica, y se gasta dinero en intervenciones innecesarias cuando el parto debería realizarse de manera natural, con el mínimo de estas. Ante tal situación, se han construido clínicas con servicios de vanguardia enfocadas en devolverles a las mujeres el poder de decidir sobre el proceso de parto, sin los contratiempos, desvíos y maltratos característicos de los hospitales convencionales. Una de estas clínicas es Fers-Med, cuyo objetivo es cuidar a las futuras madres desde el momento de la concepción sin perder el protagonismo que deben tener de forma natural.
Los partos humanizados priorizan los deseos de las madres y no los del médico, como es comúnmente el caso. A través de estos servicios especiales de parto, incluso los detalles y necesidades mínimas son atendidos, se respetan sus derechos y se les anima a confiar en sí mismas durante el proceso. De esta forma, no se les trata como si fueran personas enfermas, ignorantes, ni como simples objetos de trabajo clínico, sino como pacientes con el poder de elegir intuitivamente lo que es mejor para ellas. Una de las ventajas de estos partos que dignifican a las madres es que ellas pueden decidir quién las acompañará durante el proceso, ya sea su pareja, familiares o personas de confianza. Dar a luz no es un hecho meramente médico, objetivo, frío y carente de subjetividad, sino un acto de amor que necesita de un lugar y una atención especial para que el gesto de dar a luz sea posible en su totalidad.
Con lo expuesto, se entenderá que la presencia de los médicos en un parto humanizado adquiere un papel secundario y solo se enfoca en brindar tranquilidad y seguridad a las madres en caso de complicaciones. La atención que brindan es en realidad mínima, ya que su labor se limita a realizar los exámenes vaginales necesarios, y sus servicios no se asemejan a las rutinas de enfermería de los hospitales públicos. Algo muy importante que debe resaltarse es que en este tipo de parto, el personal médico no presiona a las mujeres ni las obliga a acelerar el proceso, a diferencia de los hospitales públicos con métodos convencionales que suelen recurrir a la cesárea cuando el parto podría haber ocurrido de manera natural con un poco más de tiempo.
Los partos humanizados le dan a la mujer la libertad no solo de decidir, sino también de moverse si lo considera necesario. Además, pueden gesticular lo que deseen sin que nadie las limite o las juzgue. Igualmente, pueden ingerir los líquidos que consideren apropiados si sienten deshidratación, y no siempre tienen que permanecer acostadas (una posición inapropiada en muchos casos). Además, se les permite a las madres utilizar algunos métodos para controlar el dolor y relajarse, como masajes, aromaterapia, inmersión en agua caliente, etc. Se debe entender que los partos deben ocurrir de manera natural, con paciencia, tiempo y, sobre todo, tranquilidad. La madre también debe ser respetada en su propio reflejo de expulsión fetal, que ocurre cuando debe tener lugar.
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